Periodismo de cloaca.

Esta es la portada que, a todas luces, refleja la burda realidad en la que se encuentra inmerso el periodismo deportivo español. Una portada que no nos informa de nada, que solo pretende incrementar las ventas a costa del ataque gratuito no solo a la persona del entrenador del Real Madrid, sino a toda su plantilla y, por ende, a la afición blanca de bien. Flaco favor le hace este periódico a los intereses del Barça, pues bien es sabido que, si bien el Real Madrid nunca, y digo NUNCA, se rinde, ahora han encontrado aquí la hipermotivación de la que, hasta ahora, carecen los merengues.

Hoy en día vivimos en la sociedad más puramente belicista, en el que no existe un punto intermedio en el conflicto. O eres culé o eres madridista. O eres bético, o sevillista. O conmigo, o contra mí. El periodismo, que antes unía, o al menos daba lugar al sano debate, se ha convertido en una pocilga a la que, noche tras noche, se lanza a un individuo, da igual el motivo, para que los cerdos lo devoren, como si de Snatch se tratase. Hemos llegado a un punto en el que no existen valores como la moral, el respeto, la veracidad o la libertad de expresión porque eso no da audiencia. Es genial de cara al ultra decir que Messi es retrasado, que Sergio Ramos necesita un logopeda o que el dedo de Mou señala el camino. Las pseudotertulias nocturnas, al fin y al cabo, parecen no ser las únicas culpables, puesto que si se emiten es porque hay un grueso de gente que las ve, lo que habla mucho y mal del nivel del espectador. Si amigos, bienvenidos a la realidad. Tenemos una especie de síndrome de Diógenes, una fijación enfermiza por conservar una basura que molesta al vecino.

Pero no solo de esto vive, o sobrevive, el periodismo. También nos deja, día tras día, amplios movimientos de mercado, declaraciones no contrastadas o acusaciones gratuitas, porque claro, siempre será más cómodo hablar de unas fuentes fiables antes que admitir el error propio. Podríamos pasarnos lo que resta de artículo enumerando todos los clubes por los que Pep Guardiola ha firmado o hablando del acuerdo secreto de Cristiano con el PSG, pero lo esencial es cómo se va degradando el periodismo deportivo cada vez que ciertos personajes salen a la palestra para, sin vergüenza alguna, escupir falacias sobre el primero que asome la cabeza por la puerta.

El periodismo debe de renovarse y dar una vuelta de tuerca. Que señores como Rubén Uría, Martí Perarnau, Juanma Romero, Santi Segurola, Axel Torres o Edu García, por nombrar unos cuantos, dignifiquen a una profesión que, hoy día, va por las esquinas con las bragas por los tobillos para venderse al mejor postor en aras de la audiencia. El periodismo deportivo está en la UVI, y ahí seguirá hasta que surja savia nueva para revitalizarlo. Hasta entonces, buen provecho para los cerdos.