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35 minutos. 35 minutos duró la gaseosa de un Real Madrid que, anoche si, abrazó a la épica como no había hecho desde hace lustros. Mourinho, cobarde como de costumbre en rueda de prensa, se permitió algo que pocas veces le agrada y que, personalmente, aplaudo: una defensa de tres e infestar el campo de mediocampistas ofensivos y puntas. Cristiano Ronaldo, anoche mucho más corazón que fútbol, no pudo reprimir las lágrimas del que ha rozado la gloria con la yema de los dedos, pero el máximo goleador de la presente Champions es más que eso y el año que viene volverá a liderar al equipo sobre el campo.

A diferencia de Cristiano, Mourinho, que se considera el peor perdedor del mundo pero que en el Real Madrid ni siente ni padece, no solo siguió con su tradición de no hablar de fútbol, sino que lanzó un mensaje que sacudió al moudridismo dejando caer que el año que viene no seguirá en Concha Espina. Se le trajo como un entrenador ganador y solo ha conseguido arrebatar una Liga, una Copa y una Supercopa al Barça, un bagaje muy pobre para alguien que aseguraba una buena catarata de títulos importantes, pero creo que el club saldrá beneficiado si se va un tipo que ha causado tres incendios mientras apagaba uno.

Respecto al equipo, cayó con todo el honor que es llevar esa camiseta, haciendo temblar a sus propios fantasmas alemanes y a los que tenía enfrente -señor equipo, meritazo de Klopp-. Fue mágico sentir la vibración de todo el Bernabeu llevando en volandas a su equipo, aunque solo fuera entre victorias parciales hasta una derrota final. Fue de esas noches que no se pueden crear desde medios propagandísticos, sino que las genera el mismo público, anoche entregados a la fe de saber que a tus espaldas hay muchísima historia y que eran los alemanes los que debían ganarse el paso a la final, no ellos.

Y qué decir del Borussia, un conjunto forjado a golpe de cantera y con un técnico que vive el fútbol como el juego que es, siempre con una sonrisa. Más tipos como Klopp hacen falta en este mundillo de farándula, postureo y dobles caras. El conjunto alemán llega a la final del torneo gracias a la fuerza de Hummels, la ebullición de Lewandowski, el talento de Reus, la magia de Götze o el sorprendente Gundogan. Siempre con menos balón pero más criterio que los blancos, supieron torear en una de las mejores plazas y, cuando las fuerzas fallaban, primaba la solidaridad y el sueño de Wembley en el horizonte, y es que nadie dirá que el Borussia, a pesar del incuestionable coraje blanco, merecen un puesto en la final.

Desde la óptica de un servidor, creo que el conjunto de Chamartín no necesita una revolución sino que, como el Barça y Messi, debe crear a un equipo que juegue para CR7 y fichar a un entrenador que sea devorado por la ilusión de semejante banquillo y no por su propio ego. Está llamado prescindir del tipo de los plebiscitos, dedazos en el ojo, conspiraciones y falta de autocrítica. Quizá, aunque el recuento de títulos de esta temporada diga lo contrario, hoy empiece a ganar el Real Madrid.


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El Real Madrid pasó a cuartos en la Champions League en un partido que el Manchester United tenía controlado de cabo a rabo pero que el árbitro, sorprendiendo incluso a su asistente, decidió descompensar. No es que el árbitro sea madridista, ni me importa, hablo solo del doble rasero aplicado a tipos como Arbeloa, que siempre está en el ajo. No en vano, protagonizó en el primer tiempo una escalofriante entrada a Evra. Amarilla, y a correr. Pero no seamos ventajistas, porque el Real Madrid subo tener el empaque suficiente para derribar la muralla defensiva planteada por el United aun con Nani ya en la ducha. Pocos podrían hacerlo, así que hablemos de fútbol.

Por la parte que toca al United, absolutamente brillante en muchos tramos del partido, con Giggs, el halcón milenario trabajador y peleon, Welbeck como perro de presa para secar a Xabi, obligando a Özil a ejercer más funciones creativas, donde perdía mucho protagonismo. Fue ya con la expulsión del luso cuando Özil tuvo más libertad y Modric se acopló al lado de Xabi. El germano, incluso antes de ser sustituido por Pepe (cambio conservador de Mou donde las haya) tuvo tiempo de regalar un brillantísimo pase a Higuain que pudo ponersela a Cristiano sin que De Gea tuviese ocasión de hacer algo. Fue la única aparición del de Madeira, que estuvo mucho más apagado de lo que ha acostumbrado este último mes.

Mención especial para Diego López, confirmando que podría ser titular sin ningún tipo de problemas en este Real Madrid. Atajó todo lo que le vino y, salvo en el auto-gol de Ramos, aguantó el temporal final de los red devils. Igual o más mérito tuvo Varane, que lo hizo todo bien y, salvo el error del gol, se doctoró, ya sin ningún tipo de dudas, como un hombre fijo en las alineaciones de Mou, lo cual no deja de ser una buena noticia para el fútbol en detrimento de Pepe.

Ya en los útlimos 20 minutos Ferguson decidió que era hora de dar el todo por el todo, introduciendo a Rooney, Valencia y Young, quienes percutieron constantemente sobre el marco de un Diego López, como digo, soberbio. Para un servidor, la gran decepción de los 180 minutos de eliminatoria se llama Robin Van Persie, del que no se puede rescatar ni una jugada de peligro real de ninguno de los dos encuentros. No deja de ser irónico que abandonase Londres para ganar títulos y, a las primeras de cambio, se vuelva para casa. Precisamente anoche dejó de caberme duda alguna sobre que el Real Madrid ganará, este año si, la Décima. Veremos qué piedras le depara el camino.


La alineación del Real Madrid del domingo podría haber permitido rotaciones en todos los puestos, pues seamos honestos: el Rayo Vallecano, en todo un Bernabéu, no parecía rival complicado para los merengues. Pero, a lo largo de la tarde, se filtró que no solo el guardameta titular iba a ser Diego López, sino que Adán iba a ser relegado a la grada en beneficio de Jesús Fernández, portero (muy de mi gusto, por cierto) del Real Madrid Castilla.

Esto podría parecer algo muy poco significativo si no tenemos en cuenta los antecedentes, pero el aficionado, aunque se esfuercen en decir que tiene poca memoria, no es tonto. Se tuvo que tragar con la suplencia de Iker Casillas porque, según palabras de Mourinho, el segundo portero de los blancos estaba en mucha mejor forma que el cancerbero campeón del mundo. Pero resulta que, tan solo dos meses después, el entrenador de Setúbal, vitoreado cuando pedía respeto para Adán, le pega dos patadas a la confianza del chico: la primera, en forma de contratación a Diego López y, la segunda, con el mencionado descarte en un partido totalmente intrascendente por la kilométrica distancia con el Barça. Me parece un ejercicio enorme de hipocresía por el hecho de minar la confianza y la moral de un chico que, si dispusiera de minutos sin presión, podría despuntar mucho.

Puedo comprender que Mourinho es un entrenador de plazos cortos, de comprar estrellas y de no fomentar la cantera, máxime cuando su némesis, el Barça, está en la mejor época de su historia, pero de ahí a la puñalada trapera de relegar a la grada a un muchacho que, sin comerlo ni beberlo, se ha visto en el ojo de un huracán en el que se peleaban Iker y Mou, me parece un auténtico esperpento a nivel profesional y una auténtica guarrada a nivel personal.

Por todo esto, Adán se marchará del club a final de temporada, como ya hicieron los Joselu o Carvajal, quizá cansados de la falta de oportunidades o de trifulcas innecesarias, y así se cerrará un nuevo capítulo de futbolistas que pudieron ser y no fueron. Una lástima.


El Real Madrid-Manchester United en imágenes

Un servidor comentaba esta mañana que, si el Real Madrid estaba a su máximo nivel, el Manchester United iba a ser un mero juguete en el feudo blanco. Y así fue, por mucho que el empate en el marcador diga lo contrario y aun sin la necesidad blanca de firmar su mejor partido. En ningún momento tuvo intención el conjunto inglés en desarrollar jugadas creativas en medio campo, y cada balón alto se teñía de blanco. La banda derecha era un absoluto coladero, con un Rafael tremendamente desbordado por cada jugador merengue, bien Cristiano, bien Coentrao, bien Özil. Para frenar esta sangría, Ferguson hizo que Rooney, habitualmente enganche, corriera más de 10 kilómetros para ejercer ayudas en dicha banda.

El partido fue un correcalles constante en el que cada balón en botas madridista generaba ocasiones de peligro que, o se iban a la grada, o que De Gea, inmenso anoche, se encargaba de salvar. No en vano, a los 5 minutos ya avisó Coentrao con un tiro que el ex del Atleti desvió, por centímetros, al palo. Pero en un corner, eterno problema del Real Madrid, llegó el gol visitante en un buen cabezazo de Welbeck, sin duda el mejor del conjunto inglés en ataque, ver para creer. Como no podía ser de otro modo, CR7 puso las tablas que serían definitivas 9 minutos más tarde en un portentoso salto tras un error de entendimiento en la zaga del United, porque no se puede entender que Evra, el más bajito de los defensas, fuese a la disputa de un centro con un monstruo físico como Cristiano.

El segundo tiempo fue más de lo mismo por ambos bandos. El United sin ideas en la creación y el Real Madrid percutiendo constantemente alrededor de toda el área rival, pero De Gea paraba todo lo que le tiraran. La única idea de los de Ferguson era tirar balones a las bandas, pero nadie acompañaba la salida de balón la mayoría de las ocasiones, por lo que la recuperación merengue era inmediata, a pesar de que no conseguían transformar su dominio en goles. Incluso, ya en los compases finales, Van Persie tuvo hasta dos ocasiones muy claras de sembrar el pánico en el Bernabeu, pero no acertó de cara a puerta. Mucho premio para tan poco United.

A todo esto, el Real Madrid se jugará gran parte de la temporada en una semana, contra Barcelona y United, y partiendo con resultados, en principio, desfavorables. Mou sabrá qué se hace…


Pensaba escribir acerca del nuevo desastre blanco en el Reyno de Navarra, pero lo único claro que dejó el choque fue que el Real Madrid no tiene actitud en el campeonato liguero, porque el Osasuna, aunque bien cerrado, habría sucumbido casi con total certeza a poco que los blancos hubieran tirado de pegada. Porque no está Cristiano, pero están el Pipa, Benzemá, Özil, Modric, Callejón y Di María. Y son mucha tela, todos.

Pero no, este artículo no va dirigido a darle palos al conjunto merengue. Hay dos expresiones en España, ‘ como aire fresco’ y ‘ con viento fresco’, que sirven para indicar alivio, o para indicar que se desea prescindir de algo, respectivamente. Este artículo viene a proponer al madridismo una serie de candidatos variados para que, de una vez, se quiten la venda que Mou, bilis y dedazo mediante, les ha colocado. No son técnicos de renombre ni de prestigio internacional, pero trabajan concienzudamente y, con 20 o 30 veces menos recursos, tanto futbolísticos como económicos, que los dos de siempre, firman unos grandes resultados. Hablamos de tipos como JIM, Djukic, Paco Herrera o Pepe Mel, e incluiría a Manuel Pellegrini, pero no se tuvo la paciencia necesaria con el chileno, que ahora hace brillar al Málaga con Isco por bandera. Técnicos que, con un estilo u otro, ganan partidos con jugadores de mucha menos calidad. Porque Willy Caballero no es Casillas, Leo Baptistao no es CR7 ni Rubén Castro es Benzemá. Creen en lo que hacen y nunca culpan a sus jugadores de un mal resultado. Mel, por citar un ejemplo, no se escondió tras la manita del Sevilla y declaró que se responsabilizaba de toda culpa. Mou, ante su último 5-0, dijo que era una derrota «fácil de digerir». Son los contrastes.

Parece que, después de todo, Mou, que venía para derrocar a este fantástico Barça y ha logrado un bagaje de una Copa, una Liga y una Supercopa de España, no es tan especial como se autocalifica. Eso si, es el único, en eso estamos todos de acuerdo. El único capaz de seguir en un club tan exigente como el Real Madrid tras declarar que la Liga está imposible ( a Schuster, por menos, lo echaron ). El único capaz de permanecer en el cargo estando a 15 puntos ( potencialmente 16 o 18 ) del Barça al acabar la primera vuelta ( a Pellegrini, por haber seguido hasta la última jornada al Barça, lo despidieron ). 

Cuando el Real Madrid y su afición salgan del cenagal luso en el que se encuentran inmersos, crecerán. Más Pepe Mel, más JIM, más Herrera y menos Mourinho. Es el único camino posible.